
Por: Redacción Cuba Ron S.A.
El tradicional oficio de velar por una excepcional destilación del “sabor líquido de lo cubano”, símbolo cultural de la Perla de las Antillas, y del mundo, lleva una dosis alta de aroma de mujer y de madre.
Tras los efluvios que emanan de las barricas existentes en las instalaciones de la Corporación Cuba Ron S.A, amanecen esas manos femeninas, que al tiempo que acunan a sus pupilos y a sus familias, acarician el empeño de ponerle el alma y la vida al “elíxir de dioses”, para reafirmarlo como un producto que va más allá de lo comercial.
Pocos saben de sus desvelos por atesorar una sabia ancestral que ellas, junto a los Maestros y Aspirantes a Maestros del Ron Ligero Cubano, guardan con celo y enriquecen con los años de la mano de la ciencia y la innovación.
Nombres como el de Salomé Alemán Carriazo, esa maestra que da luz a espirituosos con las mieles y extractos del conocimiento, prestigia el universo de madres que han materializado las mejores descendencias en el mundo fabril ronero.
También Isabel Cristina Rivero Páez, otra enciclopedia de la mencionada actividad, ha perdido la cuenta del tiempo que ha dedicado entre barriles de roble blanco y ese líquido añejo que nos trasmite un mensaje cultural de incalculable valor patrimonial.
“Confieso que mis hijos se han quejado por mi ausencia en momentos de sus vidas. Por ejemplo, el día que les pusieron la pañoleta, o cuando fueron los últimos en salir de la escuela. Ya son mayores de edad, pero siempre trato de estar presente. Soy muy preocupada por mi familia en general, y siempre busco el momento y las vías para darles atención”, expresó hace unos meses durante una entrevista para este sitio digital.
Otras mujeres llevan reverencia eterna cuando se habla del ron, bautizado por el periodista y escritor cubano Fernando G. Campoamor como el “hijo alegre” de la caña de azúcar. Y es que el esfuerzo maternal reflejado en todas las unidades de Cuba Ron S.A, ha permitido que, no pocas veces, se eleven y choquen las copas del éxito en los más insospechados parajes, donde un trago cubano, deja en el paladar del más exigente catador el indiscutible aroma de mujer.


