La primera vez que vi al Maestro Julio Enrique Ayán Rial fue recién egresada de la Facultad de Periodismo. Nos estaba esperando a las puertas de las otrora bodegas Bacardí, en Santiago de Cuba, para hablarnos de algo que creíamos conocer y que luego resultó un completo descubrimiento.
Tal vez por la cubanísima costumbre de dar las cosas por sentado, aquel grupo de periodistas de entre 23 y 35 años paseó frente a los barriles de roble blanco como si los hubiese visto antes, como si supiera que conservaban bases más antiguas que el ron más añejado de su Isla, o como si la inmensidad de los almacenes no los abrumara ni les encendiera las pupilas.
Pero Julio lo había previsto. Y como un mago que no revela sus trucos, nos dejó solo con aquellas imágenes y con una explicación —imprescindible— acerca del significado del ron para la cultura cubana. Diez años después (casi los mismos desde que se convirtió en Maestro), lo volvemos a encontrar en el V Coloquio Internacional Científico Técnico del Ron Ligero. Entonces, con menos concurrencia que en las bodegas Bacardí, nos comenta que ha sido gracias a la transmisión de conocimientos de un Maestro a otro que nuestra bebida sigue valorándose entre las mejores del mundo.
“Todos los Maestros se han quedado en la Isla, dijo. Se trata de un tema cultural, no político ni económico. Para nosotros, la cultura no tiene precio, no se negocia.
“Muchos dicen llamarse Maestros Roneros fuera de Cuba por el valor intangible que representa para su llamado ‘ron cubano’. Pero el ron cubano solamente se puede hacer aquí por las características de las mieles, del clima, por la forma de mezclar… Nos distingue la creación, hace más de 154 años, del ron ligero; esa forma de conservarlo, de mantenerlo, de los añejamientos continuos que tiene; los barriles de 80 o 90 años de uso que suavizan y dan esos aromas y sabores”.
Al referirse a las características que identifican la bebida en cada región nos explica que “el ron ligero nació en Santiago de Cuba, de ahí al resto de la Isla y al mundo. Los rones del Oriente son muy aromáticos, con una tendencia a lo dulce. Los del Centro tienen otras características, los aromas son un poco secos; y los del Occidente, son secos. Además, si hablamos de zonas tenemos que decir que la forma de crearse fue diferente en cada región. Son tradiciones distintas y eso es lo que ha querido trasladarse a la bebida”.
Con inmenso poder de síntesis (que le caracteriza) nos comenta que su título de Ingeniero Agrónomo —Máster en Producción Vegetal— lo convierte en la “excepción” de los Maestros del Ron Cubano, generalmente ingenieros químicos. “Pero el ron parte de sus orígenes: la caña de azúcar, así que hay un vínculo estrecho” —replica apurado, como si necesitara acotaciones—.
“Desde muchacho me gustaba todo lo relacionado con la destilación, la fermentación, la mezcla, y tuve la posibilidad de compartir con un gran hombre: José Navarro Campa, Primer Maestro del Ron Cubano. Hoy veo el ron como un hobby, no como un trabajo; es algo que se disfruta y en lo que cada día se toma más experiencia”.
Aunque en su memoria se guardan invaluables secretos del ron cubano, nos explica que su rutina es la de un trabajador ordinario; y que cuando crea un nuevo producto piensa, primero, “en desarrollar nuestra cultura y hacerla disfrutable. Luego vemos el criterio del cliente, qué es lo que desea”.
Su “marca preferida” —dice mientras sonríe— es el ron de Cuba: “el sabor líquido de los cubanos”, como refiere el Maestro José Navarro. Destruye además el mito de que con su trabajo se bebe frecuentemente: “Realizamos la cata de los nuevos productos y probamos algunos barriles, pero no tomamos con frecuencia. Tenemos que cuidarnos el paladar y la salud. Todo en exceso es malo”.
Y finalmente aconseja: “Somos del criterio de compartir el ron entre buenas amistades o en familia. Nunca con el deseo de ‘tomarnos una botella’, sino de compartir un trago”. Tampoco debe beberse en vasos plásticos, siempre en una copa o vaso de cristal. Como es parte de nuestra cultura tenemos que cuidar dónde se deposita y no restar validez a lo que representa ese producto”.


